Somos seres tribales, extremadamente sociables.
Pasé mucho tiempo de mi adolescencia en el estado de Wisconsin en Estados Unidos. Cerca de Milwaukee, en un pequeño pueblo con nombre indio también, como muchos de allí, Waukesha. Una de las tradiciones familiares cuando vivía allí era claro el partido de fútbol americano de la Universidad de Wisconsin en la capital del estado que no es Milwaukee sino Madison. El equipo Wisconsin de la NFL son los Greenbay Packers al norte del estado, pero los americanos tienen devoción por el deporte universitario y se sigue casi tanto o más como la NFL. El plan era típico americano, genial. Llegas por la mañana al parking, barbacoa junto al coche con familiares y amigos y partido a las 3 de la tarde. Cuando apareció la canción Jump Around del grupo House of Pain se puso de moda que todo el estadio la bailara y saltara al inicio de los partidos, y acabó convirtiéndose en una tradición a la que no se faltaba ni un partido.
Cuando llegó la pandemia, así como los españoles salíamos a aplaudir a las 8 de la tarde a la terraza, en Wisconsin todas las emisoras estatales ponían los sábados a las 15:00, hora en la que empezaban los partidos, la canción y la gente salía a las terrazas o jardines a saltar.
Hace unos días, en el inicio de la temporada de fútbol americano y también el universitario, el speaker de un estadio abarrotado por fin después de las restricciones, dice:
Por fin, después de 651 días, aquí la tenemos:
80.000 personas, todas con la camiseta roja del equipo, saltando como locos al ritmo de la música. Liberados después una época complicada.
Todos hemos vivido esas situaciones en las que no sentimos parte de una tribu y sentimos algo especial. En un estadio, en una procesión de semana santa, en una manifestación. En mi caso, casi siempre que asisto a un concierto. Es una sensación que se reconoce por un cosquilleo en todo el cuerpo, un subidón de temperatura, una sensación de comunión, de felicidad efímera eso sí. Pero reconoceréis que el sentimiento mola y engancha.
Somos seres absolutamente sociables. Está en nuestros genes. Me fascina que esto y otras muchas características de nuestra psicología y respuestas sensoriales están grabadas en nuestros genes desde la aparición de nuestra especie: homos hace más de 1 millón de años. Por eso estoy tan emocionado de conversar con nuestro inspirador de hoy, José María Bermúdez de Castro, uno de los científicos más respetados en el mundo, paleoantropólogo, Premio Príncipe de Asturias (es el segundo con el que hablamos después del fascinante físico Ignacio Cirac), co-director de la Fundación Atapuerca.
Me fascina pensar que lo que ahora siento, mis reacciones, mi forma de relacionarme en sociedad, están condicionados por cómo éramos y vivíamos hace un 1 millón de años. Cuando Anxo Sánchez, físico teórico de la Universidad Complutense de Madrid, nos dijo que uno de los libros más importantes de su vida había sido Pensar Rápido, Pensar Despacio del psícologo, premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman tardé poco en leerlo. Gracias Anxo, también como tú, después de leerlo y releerlo, pienso que es uno de los libros más importantes escritos en los últimos 20 años.

El libro es un tocho de 600 páginas, y cada de una de ellas es oro. Kahneman expone su teoría del cerebro y explica los dos sistemas que modelan cómo pensamos. El sistema 1 es rápido, intuitivo y emocional, mientras que el sistema 2 es más lento, deliberativo y lógico.
El sistema 1 opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo y sin sensación de control voluntario. El 2 centra la atención en las actividades mentales esforzadas que lo demandan, incluidos los cálculos complejos. El sistema 1 responde a cuánto es 2+2 y el sistema 2 es que el usamos para calcular 17×24.
Sin embargo, es mucho más profundo que meros cálculos matemáticos. El genial Mago More, al hablar de estos sistemas de Kahneman los compara con un jinete montado encima de un elefante. El elefante representa el sistema 1. Si ve comida o una hembra se lanza disparado sin pensar reaccionando sin más a sus estímulos. El jinete, que representa el sistema 2, reflexiona sobre la conveniencia de reaccionar a dicho estímulo. Puede pensar que debe regular su dieta por razones de salud y controlar al sistema 1. El problema es que la capacidad de maniobra del jinete es más lenta y requiere un mayor esfuerzo en comparación con la determinación e instinto del elefante.
El impacto de la aversión a la pérdida y el exceso de confianza, la dificultad de predecir lo que nos hará felices en el futuro, nuestra forma de relacionarnos en sociedad o el profundo efecto de los sesgos cognitivos sobre todo lo que hacemos sólo pueden comprenderse si entendemos el funcionamiento conjunto de los dos sistemas a la hora de tomar decisiones y elaborar juicios.
Uno de los sesgos cognitivos que detalla Kahneman es el valor de la última experiencia. Ejemplo: un amigo tuyo es aficionado a la música y acude a un concierto de música clásica. El concierto es maravilloso y lo disfruta desde el principio al máximo durante las más de dos horas que dura, hasta que cerca del final, el grupo de violines empieza a perderse, el director se pone nervioso, pierde el ritmo y los últimos minutos son un desastre. Si le preguntamos a nuestro amigo que calificara su experiencia en el concierto al salir, nos la calificaría como muy mala. Lo cual no tiene sentido dado que sólo ha sido mala al final, se está olvidando de las casi dos horas de las que ha disfrutado de una experiencia formidable.
Y es que lo que se queda en nuestra memoria de placer es el final de las experiencias. En un estudio de esos que hacen por ahí y que me ahorraré citar los detalles porque creo que lo daremos por bueno y nos sentiremos reflejados. Pues bien, en el estudio entrevistaron a un montón de personas al regreso de sus vacaciones y les pidieron que calificaran su experiencia como buena o mala. Luego les pidieron las razones de tal valoración. Descubrieron que los que habían acabado el final de sus vacaciones de forma satisfactoria a pesar de que al principio o durante hubieran tenido problemas, calificaban su experiencia como buena. Sin embargo, los que en el viaje de vuelta habían tenido algún percance, calificaban sus vacaciones como malas aunque hubieran pasado el principio y buena parte de ellas disfrutando.
La última sensación es la que marca nuestra valoración. Da cierto vértigo pararse a pensar en las implicaciones que esto puede tener. Por ejemplo, puedes haber pasado veinte años casado, feliz, y por la razón que sea terminar en divorcio. Como el divorcio suele ser negativo, tenderás a valorar todo el matrimonio como una mierda cuando en realidad la mayor parte de él fuera feliz. Y así con todo.
Desde que descubrí ese concepto de sesgos cognitivos me he interesado por primero entenderlos y luego ser capaz de o bien aceptarlos, puesto es que muy muy difícil de luchar contra ellos, mitigarlos todo lo que pudiera o incluso usarlos en ventaja de mi empresa o propia que al final es en lo que consiste el marketing y las técnicas de venta.
La primera vez que oí hablar de sesgos cognitivos fue a Charlie Munger, socio de Berkshire Hathaway junto con Warren Buffett. Los que escucháis este podcast con asiduidad, conocéis nuestra devoción por Charlie. Charlie en su famosa conferencia de 1995 en Harvard, repasa los sesgos más importantes y que tienen un efecto más relevante en nuestra vida persona, laboral e inversiones. Entre ellos, la tendencia que tenemos a actuar según lo que otras personas esperan de nosotros, la tendencia del cerebro humano a borrar rápidamente la duda después de tomar una decisión, y otra que me pareció muy interesante, la tendencia a generalizar.
Como prehistóricos, la evolución hacia la generalización es sumamente importante. Si tomamos una baya con color violeta y nos envenenamos, la próxima vez que veamos un alimento con color violeta lo evitaremos directamente. Si comprobamos que el fuego ahuyenta a un animal, lo usaremos con todo bicho viviente. Esta capacidad, ha evolucionado hasta nuestros días en los que, si vemos a una persona que reúne nuestra idea de éxito como un deportista o modelo usando un determinado coche o colonia, relacionamos que ese producto debe ser también bueno.
Otro de los ejemplos de este carácter social grabado a fuego en nuestros genes es esa sensación indescriptible de júbilo, satisfacción, alegría, emoción cuando nos sentimos en conjunción con nuestra tribu, es una actuación del genial Rufus Wainwright. Rufus, cantautor y compositor americano brillante, con devoción por Leonard Cohen como muchos de nosotros, aunque en su caso es cercano puesto que su mejor amiga y madre de su hija es la hija de Leonard. Uno de los temas más famosos de Rufus es su versión de Hallelujah de Cohen.
La letra, escrita por el propio Cohen y de la que se dice que realizó 80 versiones antes de dar con la forma que finalmente vio la luz, versa sobre temas bíblicos. Según la tradición hebrea y cristiana, la palabra aleluya del coro de la canción remite a un canto o señal de júbilo. En las primeras estrofas de la canción se alude al rey David. Así, Cohen recurre a la simbología judeocristiana para hablar de la felicidad y el dolor que provoca el amor. La primera vez que Rufus versionó Hallelujah fue en 2001 para la banda sonora de Shrek, no sé si recordáis el momento, cuando el ogro y Fiona se separan hacia el final de la película y se entrelazan escenas tristes de todos los personajes antes de la boda y la escena final. Desde entonces Rufus la ha cantado en multitud de directos pero uno hace unos años fue muy especial. Él y los promotores de Choir Choir Choir, juntaron en una nave abandonada a las fueras de Toronto a 1.500 personas para cantar juntos Hallelujah! El resultado es… os dejo a vosotros valorar:
Nuestro inspirador de hoy es José María Bermúdez de Castro, paleoantropólogo. Es doctor en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, donde fue profesor titular de Paleontología. Es profesor de investigación del CSIC, y desde 1991 co-director de las excavaciones de la sierra de Atapuerca. Dirigió el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana desde su fundación hasta 2012. Posee una amplia trayectoria en divulgación de la ciencia. Ha recibido, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica y es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos. José María. Lleva más de 40 años dedicados a la evolución humana, es un referente a nivel mundial y ostenta un sinfín de cargos y premios que no relataré porque creo que os hacéis una idea.
¿Qué es Atapuerca? Para aquellos extraterrestres recién llegados a la Tierra, nos lo explican ellos mismos:
Hablamos con él de Atapuerca, de su amor por la evolución humana, de Atapuerca, su último libro Dioses y Mendigos y sobre humanos claro.
José María Bermúdez de Castro, homo inspiradoris.
Temas
- El equilibrio en la codirección a tres bandas de la Fundación Atapuerca.
- La intuición y acertar sobre el futuro de las personas que enseñamos.
- La pasión que transmite por la paleoarqueobiología.
- El interés reciente por la paleología.
- Estamos desfasados entre evolución y cultura.
- Seguimos siendo tribales.
Libros
- “Dioses y Mendigos: La gran odisea de la evolución humana” de José María Bermúdez de Castro en Crítica.
- “Orígenes: El universo, la vida, los humanos” de José María Bermúdez de Castro, Carlos Briones y Alberto Fernández Soto en Crítica.
- “El chico de la Gran Dolina” de José María Bermúdez de Castro en Crítica.
- “El Primer Antepasado Del Hombre – Un Sensacional hallazgo: Lucy” de Donald Johansson y Mailand Edey.
- “El animal ilustrado” de Ricardo Martínez en Libros.com
- “El tesoro del Cisne Negro” de Paco Roca y Guillermo Corral en Astiberri.
Personas Mencionadas